La cleopatra

Sus ojos se desviaron hacia la almohada, el hielo en su voz me enfrió la frente bajando y entumeciendo mi nariz; no pude olerla mas. Decidí marcharme con una vieja mochila negra en que puse puñados de rabia, de emotividad al tacho, de cansancio ocre y bilioso y unas migajas de esperanza que esparcí por mi camino de salida, por si se le ocurría seguirme.
El día estaba brillante y mis ojos marchitos por la falta de sueño, tuve que trabajar así, tan lejos de la risa complice. Un poco de chat, un poco de frases corrosivas e insultos a los amigos on line, unos senos erectos en alguna xxx site escogida la azar y el periódico y la duchen candidata y el katrina y new oeleans y las ganas de mudarse de piel para despertar a otro aire.
La noche y el frio rápidamente tomaron posesión de las calles, un súbito deseo de redención y por respuesta un gélido -es tarde.
El gato, el pato, lo beatles cruzando la famosa calle con el peta blanco por atrás y en linea los simpsons con la misma actitud ufana de hastió y despedida. El mismo bar de años, los manteles gastados con manchas negras de manos enlutadas, el brillo del televisor tras una cortina olor a tabaco; dos niños con los ojos atentos y el moco pegoteado al labio superior disfrutando con pokemon y sus saltos interminables ardillescos y estilizados. El olor grasoso a parrilla con toques de llajua de licuadora y el Félix con la imborrable huella del acné y su saquito azul lustroso por el humo, el fuego y la falta de lavado dándole a la carne una caricia de acero inoxidable "tramontina". Las charlas se suceden interminables, las hay de política, futbol, cine, amores...si los amores y y su andar por montañas rusas empinadas y rápidas; la opinión certera, la definición mas acorde y sagaz...en la mesa de lado una pareja de cuarentones robandose un beso sabor chimichurri y marraqueta guardada de 2 días.
De vuelta al frío, a la oscuridad canibal y al diálogo de pisadas apuradas. La puerta pequeña, verdosa y corrediza emite un chirrido espectral, grito de ultratumba. Dos especímenes algos pesaditos nos lanzan una mirada como una navaja brillosa; 4, 5, no más de 6 personas agobiadas de fantasmas y acurrucadas ante la barra, como ante un altar, y lo es. De pronto la puerta corrediza se queja otra vez y entra ella, con su pelo negro, de cerquillo provocador, jean blancos al igual que las botas, una mirada de cobra, un cuerpo de lineas delgadas y filosas...empezó a bailar contoneandose como una culebra en el agua y yo medio embrujado, aunque debo decir que su voz era estentórea y afilada como sus caderas, pero no me importó. Los senos pequeños incendiaban su blusa y hacían resplandecer mis ojos, me sentía cautivado, hipnotizado por el movimiento de su pelo negro impactando sobre su cara de rasgos entre aindiados y egipcios. Seguí desde mi soledad en un letargo de cansancio rojizo trepando por mi estomago su danza sensual. Sentí entonces como viniendo de lejos y en camara lenta la mano del pato con su gran sonrisa equina, acercandose a mi oído derecho me dijo -ya está, me la llevo a la cleopatra- los ví salir juntos, volví la mirada a la mesa y aún la ví envuelta en sus pantalos blancos y sus botas en punta y no entendí si se fué o se quedó. Sentí sus cabellos con cerquillo caprichoso lamiendome la cara, abrí bien los ojos y el juancho, trapo sucio en mano me despertaba y me cobraba 15 lucas.