Wednesday, January 31, 2007

Mirandote desaparecer


Last night I dreamed that I was dreaming of you
(Tom Waits)

La luz del neón se me inyecta en los ojos como una navaja afilada y violeta. La pared negruzca soporta el cartel como una certera herida en su pecho hollinado, como un mohín irónico a mis ansias de vivir, Juntacadáveres, así se llama el pub, me pregunto que pensaría Onetti pero no importa. Ella trabaja allí.
El día es un hastío siniestro que me revienta la carne, los cigarrillos están cada vez más suaves y el Jack D se me hace cáustico. Cierro los ojos y me la imagino “from a window across the lawn I watched you undress wearing a sunset of purple tightly woven around your hair, that rose in strangled ebony curls moving in a yellow bedroom light.”
El lugar es una procesión de gastados cuerpos, de gastados deseos, las voces un murmullo lánguido confundido con el music box que envuelve todo mi cuerpo como una colmena susurrante entre la percusión y la voz aguardentosa, atormentada, apasionada e hiriente de Tom.
Su piel pálida y mortecina se mueve sigilosa entre los vasos, el licor y el humo que nos cubre como un manto de santo disimulando nuestra tristeza. Ella se mueve sin esperanza, sin una sonrisa, ella camina como levitando, como inexistente, ella es mi ángel, ella sabe como salvarme “I hear you champagne laugh you wear two lavender orchids one in your hair and one on you hip…I hear a banjo tango and you dance into the shadow of a black poplar tree.”
Ella es hermosa como solo hermosa se es sin ninguna explicación, sin ninguna comparación con nada porque nada se le compara, porque nada se le parece. Recuerdo como vino a mi, recuerdo pero no quiero recordar. Hace tiempo que me ignora, hace tiempo que no me salva, hace tiempo que no me mira, ella tan solo se arma de olvido.
Creo que te dejaré, no me quedaré más en la barra siguiendo tus movimientos, he decidido rearmarme, ya verás que brillaré, vamos Tom dame algo crudo y cortante y principalmente sin ella, “The air is wet with sound, the faraway yelping of a wounded dog and the ground is drinking a slow faucet leak.” ¡Eso es! Un perro herido, yo no soy un perro ni estoy herido, pero voy a herirte. Entiendo claro que entiendo, el aire esta mojado, salpicado de silencio, grande Tom!!!
No reparé en esas dos preciosas rubias, tan parecidas la una a la otra y tan bella una como la otra, hace tiempo que las veo en este lugar, pero no las miraba en realidad porque mis ojos solo te seguían.
Hola me invitás una cerveza, Claro que si como te llamas, Natalia y vos, Yo, Dale Cami vení que nos invitan unas birras, me decías, Digo que eres una joya de perfecta, Uy que lindo que sos pero decime algo que no escuche siempre, porqué tan solito, Eh, no, yo tengo, tenía, Salud, Cami vení ¿eh?, Nada, Me das un faso, Si, Pará ya vuelvo.
Espero y disfruto de la faldita corta de Natalia y sus piernas torneadas y largas que bailan frenéticas en un escenario improvisado, mientras un tipo de comic recita versos suicidas y patéticos, otros tres sujetos la rodean anegándola de cerveza y Cami que nunca vino, pues hay como cinco que la agasajan proveyéndola de lo que quiere. Todos esperan, yo también, todos creen haber hecho lo justo para abandonar el lugar con una de ellas.
Las veo cerca al baño acariciándose y besándose apasionadamente, Natalia me llama con gestos, voy rápido, Me das otro faso. Le enciendo el pucho y nada más, las veo perderse por una puerta entrelazadas como sirenas doradas.
Vuelvo a la barra y a ella, tengo mil pensamientos, me duele el corazón y el bombeo se hace errático, mis palabras son pequeñas cicatrices que sangran. Ella se acerca y me mira de una manera en que no me había mirado en años, me hace soñar y me deja, aquí “I watch you as you disappear.”
Aún sigo aquí, después que me miró como no lo hizo en años, ahora te entiendo Tom “You haven’t looked at me that way in years, you dreamed me up and left me here. How long was I dreamig for what was it you wanted for me. You haven’t looked at me that way in years. Your watch has stopped and the pond is clear. Someone turn the lights back on. I’ll love you til all time is gone. You haven’t looked at me that way in years. But I’m still here.
(Un relato brevísimo e incoherente tras 10 vasos de un jack D, con la maravillosa música, letras y voz de Tom Waits intercalandose, como vuelos fantasmas de murciélagos arañando los ojos, claro que la música hay que imaginarsela porsupuesto)

Friday, January 19, 2007

Después de la revolución

La revolución no la viví, cuando empecé a tener uso de razón esta había pasado, los cambios se habían generado y no tuve tiempo de dilucidar si estaba de acuerdo o de que bando formaba parte, simplemente fui arrastrado y ante el evidente desconocimiento de los hechos no me importó demasiado. Claro, tenía dos años al momento de su llegada y cuando mi pensamiento se hacia algo independiente la revolución del 52’ vivía ya como diez años, podría decir que éramos contemporáneos, que crecimos juntos, pero nunca la conocí bien ni me importó conocerla, aunque la gente no se cansaba de decirme que fui un hijo de ella y que nací libre gracias a ella y en un país mejor. Yo sólo tuve una madre y fue la que me concibió, no se de que parte estuvo ella en el cambio político histórico, pero se que nada tuvo que ver la revolución en que yo naciera y mucho menos fui su hijo.
Creo que nací apresuradamente, es decir antes de lo que realmente debería hacerlo, pienso que me hubiera gustado nacer a mediados de los ochenta y enfrentar el nuevo milenio joven, lleno de energía, entendiendo sin complicaciones esto del “internet”, del “chat” y todos los adelantos tecnológicos o, talvez no hubiera estado mal nacer en los cuarenta, diez años antes, así la llegada del “flower power” me encontraba en plena desbordante juventud y simplemente me subía al tren para de fragmentarme en los colores de sus ideas, formas y retos, me hubiera gustado ser "hippie" y recorrer el mundo, acercarme más a las personas, romper mis miedos y barreras, soltarme la mano y volar.
Mi niñez y juventud fueron rigurosas, con muy poca ambición y libertad, siempre al cuidado de mi madre con sus reglas verticales y su excesivo cuidado, decía que yo era muy inocente y que debía ser muy cauto sobre la gente, que todo era muy venenoso para mi alma, que la gente solo pretendería aprovecharse de mi. Ella era así, muy desconfiada, huraña, poco sociable pero vivaz como un áspid.
Pienso en mi vida, miro en retrospectiva y veo que casi no tuve amigos. Estudie en un colegio católico de hombres, doce años casi con los mismos compañeros, yo era callado y nada popular, me decían “el mudo”, supongo que porque no hablaba mucho, porque yo si sabía hablar. Muchos de mis compañeros me provocaban, trataban de humillarme y querían aprovecharse de mí pensando que era débil, pero yo recordaba bien los consejos de mamá y no dejaba que lo hicieran, por alguna razón resulte muy bueno para las peleas y después de algunos encuentros en los que salí victorioso y con superioridad dejaron de acosarme y me cambiaron el apodo por el de “el mula”. Santiago tenía mucho dinero, aunque era enfermizo y muchas veces se las pasaba en la clínica, por tal razón el resto abusaba de el y porque le decían que era un hijito de papá, ya que siempre los padres estuvieron en un lindo auto para buscarlo al finalizar las clases sin faltar ni un día, igual que mi madre a mi, en eso éramos similares. Creo que se hizo mi amigo, más que por intereses comunes, porque el necesitaba protección y como yo era bueno para los golpes al andar conmigo dejaron de molestarlo, desde esas veces nos pusieron un apodo a los dos “los borreguitos”.
Ingresé a la universidad y tras dos años la dejé, mamá dijo que tenía que trabajar porque la plata no alcanzaba y la pensión que ella recibía era insuficiente, me consiguió un puesto en la administración pública lugar en que abandoné mis años. Ahora tengo casi cincuenta y siete, ya debía jubilarme, pero debo esperar hasta mis sesenta y cinco por una dichosa nueva ley de pensiones fruto de los capos del partido que planearon la revolución del 52’, que dicho sea de paso, recuerdo, me dijeron que fui resultado de ese tiempo y de ese proceso un hijo de la revolución, así me decían, qué hijo ni que nada pienso yo.
Mis recuerdos de ella son varios, muchos en realidad, prácticamente toda una vida, creo que cuando la conocí bien yo era muy inocente aún por eso no alcance a percibir su ruindad, su egoísmo, si, creo que a pesar de su entrega incondicional, de su dedicación y aparente amor, solo se quedó conmigo por puro interés, por mantenerme manipulado y a su servicio.
Fue la primera que conocí y nunca quiso irse, talvez por la debilidad de mi carácter, por la incapacidad de expresar claramente mis deseos, por el hermetismo sepulcral a manifestar una opinión diferente a la suya o a la de cualquiera, porque me tenía absolutamente dominado y sujeto a su voluntad, yo fui, soy un títere en sus manos, uno patético y solitario a pesar de que ella esta junto a mi. Nunca quiso trabajar, me decía que esa era mi función, que ella debía quedarse en la casa y cuidar el hogar, que para eso yo soy un hombre, aunque en otras circunstancias no me consideraba un hombre, sino un niño apenas.
No entiendo porque nunca tuve el valor de irme, de divorciar mi alma de ella, de dejarla, huir y rehacer mi vida, de tener una vida en realidad. No, no tuve la fuerza, ni la decisión, ni la voluntad, no tuve el amor propio suficiente para alejarme y no dejar que me emponzoñara los días. Yo la amaba, pensé que era bueno estar con ella dedicarle mis esfuerzos, estar atento a sus deseos, protegerla y seguir siendo una familia, pero descubrí que su amor era enfermizo, absolutamente absorbente y unilateral, solo importaba lo que ella quería, asumía que lo que estaba bien para ella, también lo estaba para mi.
Los recuerdos y mi unión con ella son saetas afiladas que me vienen de todo lado, un escozor de herida abierta me hacer verter lágrimas mientras pienso en esta banca de la plaza en como voy a matarla. Pienso que talvez podría ahorcarla, así yo y mi satisfacción sería lo último que sus ojos moribundos verían, pero no podría hacerlo, siempre me gustaron sus ojos entre miel y jade, un color maravilloso, también me gustaban sus manos con sus dedos largos y delgados como las de una pianista de cera. Podría pasarle una soga por el cuello y sujetarla a una viga del techo y ver como sus pies bailan los pasos de la muerte en un incesante pataleo, pero no, las marcas arruinarían el cuello sedoso, blanco, largo y firme a pesar de los años, su cuello desafiante no merece ser tratado así. Un disparo en el pecho o la cabeza, pero carezco de un arma y carezco de la valentía de comprar una y menos dispararla. Ya se, raticida, eso estaría bien, puedo comprarlo sin complicaciones y nadie te interroga su compra. Ya esta decidido, así lo haré y después me entregaré a la policía.
El día brillaba, pero en mis ojos solo habían nubarrones. Llegué a casa después del trabajo, cenamos, hablamos e hicimos planes, el siseo de su voz se me hacia malévolo, como una serpiente arrastrándose y me dio mucho asco, asco por su soberbia y porque pensaba que seguiría gobernando mi vida, yo asentía a todo. Preparé el veneno en una dosis mas alta de lo que un humano podría soportar en un termo de mate que siempre bebía en el transcurso de la noche cuando la garganta se le ponía seca.
Dos días después tras ordenar algunas cosas de mi vida, me presente a un recinto policial para denunciar el asesinato de mi madre. Decidí entregarme y pasar mis últimos años en prisión, por primera vez había hecho algo que yo planeé, decidí y consumé, no fue algún mandado u orden de ella, sino algo que hice por mi mismo. Yo la amé demasiado, pero no pude soportar su amor.
Se preguntarán donde y como estoy, aliviado, así me siento, extrañamente feliz, tengo setenta y seis años, no, no estoy en la cárcel sino en un asilo, tengo algunos amigos y una casi novia, primera mujer después de mi madre, ahora que el tiempo se acaba, pero no importa. Vendí todas mis pertenencias hace un año e ingresé a este lugar.
Cuando me entregué a la policía me detuvieron, confesé y veinticuatro horas después me pusieron en libertad, el fiscal dijo que nuestro código no aceptaba la confesión de algún delito, es decir que nadie puede declarar contra si mismo, si, esa era la figura, salí libre. Se hicieron investigaciones, se tomaron declaraciones de posibles testigos, vecinos, ellos dijeron que yo era incapaz de hacer algo semejante, que mi madre era lo único que yo tenía, además que no podría haber ejecutado algo en apariencia muy bien hecho, ya que según todos los que nos conocían yo padecía de cierto retardo mental, me consideraban así por ser muy tímido, reservado y callado. Se hizo un juicio algo largo y como los investigadores nunca hallaron pruebas concluyentes, me declararon inocente del cargo del asesinato de mi madre.

Friday, January 05, 2007

UN QUIRQUINCHO SILBADOR

Esta es tan solo una evocación al Jacha Flores, fruto de una charla entre vinos y wislulus con un antiguo amigo suyo.

Su voz denotaba un entusiasmo sincero, su voz era una mezcla de cariño, respeto y admiración. Entornaba los ojos con cada frase, a momentos sus pupilas brillaban como destellos de sol sobre el lago poopo, a momentos se tornaban sombrías como boca oscura de mina. Todo dependía del momento a que hacia referencia en la vida del gran músico orureño Jacha Flores.
Poco o nada sabía de este músico orureño, ahora se no tan poco y no tan nada. Don Alex Paravicini, orureño de corazón y de partida de nacimiento, Tigre de garra, amante de la morena-da (esa de los carnavales, entrada, magia, cultura y patrimonio) y periodista de oficio, se toma un vino oporto y me dice, El Jacha componía silbando, así, en un ratito, como si nada. Me imagino años atrás en algún centro médico orureño, no se la fecha, pero digamos que en carnaval, entre morenadas y matracas; El Jacha Flores emergiendo de las entrañas de su madre, me imagino que primero silbó alegre, desde su sangre, para luego largarse en su primer llanto, como tropa de morenos ebrios y tristes, para luego esconder las penas y decir, “Sin llorar, sin llorar.”
El Jacha era muy inteligente, fue el primero en su clase cuando salió bachiller, era compañero de curso de mi hermano en el colegio Arce. Me dice Don Paravicini.
La música siempre estuvo pegada a sus venas como una telaraña de acordes con la que construyo un capullo en que se incubaron y, de donde nacieron tantas y tantas canciones, melodías y ritmos de música tradicional popular boliviana, especialmente morenadas. Era economista de profesión y catedrático de la Católica, realizó alguna maestría, allende de nuestras fronteras, por las Europas.
“Todos los que lo conocimos, odiamos a la Luzmila Carpio, esa, lo engaño con su amigo, por su culpa se dedico a chupar.” acota don Paravicini, mientras su voz se quiebra como una trompeta lastimera, entre congoja y rabia. Pienso en el Jacha, enamorado de la música y de su mujer, descubriendo la maravillosa voz de ésta, descubriendo que es un ave de trinos mágicos, una voz privilegiada; guiándola, enseñándole, haciéndole el amor con música y matracas.
Pienso en el Jacha, descubriendo el dolor, un dolor agazapado como predador nocturno esperando al acecho para dar el golpe mortal, pienso en su llanto, en su corazón quebrado como caparazón gastado de quirquincho. Lo veo caminando como un moreno extraviado, con su piel de luces y lentejuelas, embarrado, entrando tambaleante al socavón para cantarle al Tío su venganza, una venganza contra sí mismo.
Hace siete años, después de tres días de muerto, encontraron su cuerpo pequeño, mal oliente y pútrido en la zona de aranjuez. Allí se había mudado porque prefería estar apartado del bullicio de Chuquiago, las mañanas le parecían hermosas y le servían de inspiración. Seguía silbando y regalando melodías, especialmente aquellas para espectrales danzantes, para aquellas mascaras que ocultan el dolor, para esos cuerpos que se mecen como queriendo caerse, pero cada paso es una afirmación de decisión y fuerza por llegar al final aunque el cuerpo se te quiebre “Sin llorar, sin llorar.”

por esa boquita mentirosita, me estas perdiendo poco a poco
ni en la punta del tata sajama
encontrarás otro cocani

coca no es cocaína, coca no es cocacína
coca es la hoja sagrada

jallala bolivia jallala oruro soy de los cocanis alma vida y corazon

Wednesday, January 03, 2007

7 Número mágico, ¿2007 año mágico? como sea, BIENVENIDO!!!!!


El año 2006 se fue arrastrando tras si muchas cosas que parecían pertenecerme, otras tantas en cuyo sueño fui inmerso y se me hicieron palpables y, algunas más que decidieron permanecer silenciosas entre la pertenencia y la mas absoluta indiferencia hacia mi sino. Como sea, como parezca ser o como quiera que no haya sido, las cosas terminan con el transcurso del tiempo, fenecen, mueren, se extinguen. Pareciera una alusión legal, mas bien es una ilusión y ésta es ilegal, digo yo.
Alguno amigos psicólogos, estoy rodeado de ellos, es de terror. Bueno alguno de estos especimenes recomiendan, siempre, hacer una evaluación de lo que fue, pasó, aconteció, etc. En el tiempo ido. Cuestionar aspectos, revisar datos, hacer la curva de lo ascendente bueno y lo descendente malo y no se cuantas cosas más. En fin algo como una matriz de mi vida que al final es más que una ecuación. No estoy en desacuerdo y lo haré a la luz titilante del foco rebotando entre los hielos y un scotch lo mas old posible.
El 2007 ha llegado entre la resaca de la víspera y la reseca sensación adormilada de un día seco, gris y frío. No lo he obviado ni le he abierto los brazos, aunque sabe que me pertenece. Mi panza fue la primera en manifestarse gruñendo y mandándome en mierda, no es lo mismo que: a la mierda. Como sea, me cague, y no pude resistir la invitación a saborear un delicioso lechón, que mi viejita con tanta sazón había preparado acompañada de una, no menos deliciosa, huminta al horno.
El Curaca blanco dice que éste es mi año en todo aspecto, según mi signo zodiacal, ¿mi signo? si, el arquero que lanza sus flechas al infinito, mitad hombre mitad caballo, el centauro. Quizás al empezar con alguna mina, debería explicarles eso de que soy medio caballo, digo mitad caballo, que para el caso es lo mismo ¿no? Así no se infartan con mi bolivarista proceder, digo, con mi cholo proceder. Qué bárbaro, nunca pensé en insultarme tan jodido, por más cholo que sea mi proceder, jamás será un boollii (disculpen no puedo pronunciarlo, no me sale, me provoca urticaria.)
A las doce de la noche del 31 comí uvas, pidiendo un deseo por cada una engullida, subí unos cuantos escalones y conté dos billetes que tenía hasta el cansancio, abracé a mi mamá, a mi hermanita y al patito que paseaba, minutos antes, su cuerpo de adolescente, su cabeza de pelos casi inexistentes y su gran sonrisa, sólo, por estas calles paceñas anegadas de indiferencia. Pero tan sólo no había estado, este gran entomólogo amigo mío, migró su búsqueda hacia prados con especies más apetecibles, lo vi, yo lo vi.
Me despedí de mi amada madre, mientras mi hermanita se iba de bailongo. Derrape por la ciudad y recalé en una orureña house, si, ahí mismo donde me tome unos wiscachos con el Ronaldo y aprendí mucho del gran Jacha Flores, al son de algunas morenadas. Pero esta es otra historia, una muy interesante. Después dormí y desperté, en la reseca sensación adormilada de un día seco, gris y frío. Primero de enero de 2007.