RECUERDOS DE LA KANTUS A 3 AÑOS Y 8 MESES
Recuerdo que ella solía cantar una canción que personalmente no me tocaba, algo de cuando agosto era 21, y si., su cumple era en agosto, 21? ó 16? La memoria me juega a no recordar, algo así como correr por pasillos enjabonados, como jockey al jabón y en esa inestable consistencia caen los recuerdos entre espuma y burbujas que las transportan a recovecos por los cuales ya no habito ni suelo pasar. Su hermano, una versión de Pancho Villa de alasitas también celebraba su onomástico en este frio y soleado agosto que nos deja los efluvios de su último respiro
Me pregunté muchas veces donde era que ella había dejado su sonrisa la que le vino endilgada a su niñez, cuando sus ojos grandes se volvieron hoscos y reemplazó el blanco por una nube gris que se paseaba impaciente con contornos de lluvia, que si bien no salían siempre, la inundaban. Recuerdo a una novia que yo solía tener y que la puso en su corazón y la adoptó de los males certeros que la perseguían, del eterno temor, y, se encargo de saltar con ella de tren en tren, en el que huía o quizá trataba de alcanzar el amor del que se vio privada cuando su madre en un acto inconsciente dejó su cuerpo mientras, ella, prodigaba a su cuerpo chelas en alguna juerga de la que luego y con mayor razón se volvió habitué. Dicen que todos tiene su cruz y creo que justamente esta fue su cruz, no estar con su madre cuando moría sin remedio por una larga convalecencia resultado del infatigable y poderoso cáncer.
Su vida a partir de ahí, justo la conocí después, estuvo marcada de un estigma de culpa y búsqueda. Solía ser muy buena para beber con un aguante digno de los mejores bebedores consuetudinarios, nunca tuvo una negativa para ser participe de algún encuentro en el cual beber, hablar, filosofar, cantar, deprimirse, llorar y finalmente perder ese recuerdo del día antes era el cometido principal. Una reunión de fantasmas, cada quien huyendo de su flagelo personal, alguno quizá mas brillante que el otro, pero todos sangrando lodo por donde se mire. Empezó a aferrarse de cualquiera que le abriese un huequito en su vida, quiso mirar a través de otros ojos, sentir como sentían otras pieles, caminar en otros zapatos, hablar desde otra lengua, morder con otros dientes, acariciar con otra mano que no fuera la suya, esa mano que no estuvo para su madre.
Era una tradición entre un grupo de amigos reunirnos un día antes al de fin de año y celebrar anticipadamente la venida, uno que a todos se nos antojaba con cambios y mejor que el que se iba, no se porque. Siempre el humor negro y la perversa función de satirizar las cosas era una carta a jugar en toda reunión nuestra y de la que pocos salían victoriosos; sino tenían la lengua tan vil y rápida, que algunos si teníamos, y ella era un blanco fácil de nuestros ataques aunque estos no eran ponzoña, sino mas bien un juego, de todas maneras siempre terminábamos en el abrazo interminable y en el “te estimo o te quiero” y como sea siempre estábamos ahí para cualquier cosa.
Finales del 2001, en los meses precedentes la vi no en muchas ocasiones, pero siempre con un pedo total, deprimida hasta el cansancio y el hartazgo, comprando abrazos, cariño o cualquier acto de cercanía, clamando por un poco de amor, clamando por sentirse viva. Muchas veces me dijo que no soportaba mas su cuerpo, cargarlo, alimentarlo, prodigarle de sentimientos, cuidarlo, vivirlo.
2 de enero del 2002, recibo una llamada de su hermano, Pancho Villa de alasitas, -mi hermana se fue- escucho entrecortadamente y con respiración fatigosa. Luego simplemente explicar lo inexplicable en ese momento. Había tomado raticida, en el proceso en que el órgano fosforado provocaba la debacle en su organismo, quizá se arrepintió y pidió ayuda, pero lastimosamente era muy tarde y se marchó. Exactamente, como siempre quiso, como siempre buscó, siempre tuvo la “solución” pero no estuvo segura hasta ese momento si era la correcta.
Su mejor amiga llegó hasta el cementerio dos años después a hablarle para recordar, a llorar y a cantarle una canción de Cristina y los Subterráneos “Tu por mi”
TU POR MI (Cristina y los Subterráneos)
Hace tiempo tuve una amiga A la que quería de verdad Una princesa que andaba a dos pasos De sus zapatos de cristal Compartíamos una casa Al otro lado de la ciudad Le hicimos un sitio a mi mala suerte Y a sus pocas ganas de acertar. Tú por mi Yo por ti Iremos juntas donde haya que ir Tú po mi Yo por ti Iremos juntas Sólo por ir. Un día oscuro le dio por andar Donde los malos tiran y dan Y siempre hay alguno con tonterías Siempre hay un día por levantar Mucho cuidado con los cocodrilos Vienen despacio y nunca los ves Se la comieron sonriendo tranquila Yo me di cuenta y me fui por pies Tú por mi Yo por ti Iremos juntas donde haya que ir Tú po mi Yo por ti Iremos juntas Sólo por ir.
Me pregunté muchas veces donde era que ella había dejado su sonrisa la que le vino endilgada a su niñez, cuando sus ojos grandes se volvieron hoscos y reemplazó el blanco por una nube gris que se paseaba impaciente con contornos de lluvia, que si bien no salían siempre, la inundaban. Recuerdo a una novia que yo solía tener y que la puso en su corazón y la adoptó de los males certeros que la perseguían, del eterno temor, y, se encargo de saltar con ella de tren en tren, en el que huía o quizá trataba de alcanzar el amor del que se vio privada cuando su madre en un acto inconsciente dejó su cuerpo mientras, ella, prodigaba a su cuerpo chelas en alguna juerga de la que luego y con mayor razón se volvió habitué. Dicen que todos tiene su cruz y creo que justamente esta fue su cruz, no estar con su madre cuando moría sin remedio por una larga convalecencia resultado del infatigable y poderoso cáncer.
Su vida a partir de ahí, justo la conocí después, estuvo marcada de un estigma de culpa y búsqueda. Solía ser muy buena para beber con un aguante digno de los mejores bebedores consuetudinarios, nunca tuvo una negativa para ser participe de algún encuentro en el cual beber, hablar, filosofar, cantar, deprimirse, llorar y finalmente perder ese recuerdo del día antes era el cometido principal. Una reunión de fantasmas, cada quien huyendo de su flagelo personal, alguno quizá mas brillante que el otro, pero todos sangrando lodo por donde se mire. Empezó a aferrarse de cualquiera que le abriese un huequito en su vida, quiso mirar a través de otros ojos, sentir como sentían otras pieles, caminar en otros zapatos, hablar desde otra lengua, morder con otros dientes, acariciar con otra mano que no fuera la suya, esa mano que no estuvo para su madre.
Era una tradición entre un grupo de amigos reunirnos un día antes al de fin de año y celebrar anticipadamente la venida, uno que a todos se nos antojaba con cambios y mejor que el que se iba, no se porque. Siempre el humor negro y la perversa función de satirizar las cosas era una carta a jugar en toda reunión nuestra y de la que pocos salían victoriosos; sino tenían la lengua tan vil y rápida, que algunos si teníamos, y ella era un blanco fácil de nuestros ataques aunque estos no eran ponzoña, sino mas bien un juego, de todas maneras siempre terminábamos en el abrazo interminable y en el “te estimo o te quiero” y como sea siempre estábamos ahí para cualquier cosa.
Finales del 2001, en los meses precedentes la vi no en muchas ocasiones, pero siempre con un pedo total, deprimida hasta el cansancio y el hartazgo, comprando abrazos, cariño o cualquier acto de cercanía, clamando por un poco de amor, clamando por sentirse viva. Muchas veces me dijo que no soportaba mas su cuerpo, cargarlo, alimentarlo, prodigarle de sentimientos, cuidarlo, vivirlo.
2 de enero del 2002, recibo una llamada de su hermano, Pancho Villa de alasitas, -mi hermana se fue- escucho entrecortadamente y con respiración fatigosa. Luego simplemente explicar lo inexplicable en ese momento. Había tomado raticida, en el proceso en que el órgano fosforado provocaba la debacle en su organismo, quizá se arrepintió y pidió ayuda, pero lastimosamente era muy tarde y se marchó. Exactamente, como siempre quiso, como siempre buscó, siempre tuvo la “solución” pero no estuvo segura hasta ese momento si era la correcta.
Su mejor amiga llegó hasta el cementerio dos años después a hablarle para recordar, a llorar y a cantarle una canción de Cristina y los Subterráneos “Tu por mi”
TU POR MI (Cristina y los Subterráneos)
Hace tiempo tuve una amiga A la que quería de verdad Una princesa que andaba a dos pasos De sus zapatos de cristal Compartíamos una casa Al otro lado de la ciudad Le hicimos un sitio a mi mala suerte Y a sus pocas ganas de acertar. Tú por mi Yo por ti Iremos juntas donde haya que ir Tú po mi Yo por ti Iremos juntas Sólo por ir. Un día oscuro le dio por andar Donde los malos tiran y dan Y siempre hay alguno con tonterías Siempre hay un día por levantar Mucho cuidado con los cocodrilos Vienen despacio y nunca los ves Se la comieron sonriendo tranquila Yo me di cuenta y me fui por pies Tú por mi Yo por ti Iremos juntas donde haya que ir Tú po mi Yo por ti Iremos juntas Sólo por ir.