Tuesday, February 13, 2007

XIX

La lluvia se despeña tras las ventanas.
Las casas caóticas de la montaña ahogan su voz,
Entre destellos eléctricos.
Como cuerpos rendidos al frío
Duermen los gigantes de la cordillera
En el ignoto velo plomizo del tiempo infinito.
Se desliza la niebla
Como un espectro errante y gris,
Como una telaraña de soledad
En los cráneos de cuencas deshabitadas,
En las fosas silenciosas y descarnadas
De una ciudad desterrada de respiros.
Desde lejos marchan los relámpagos,
Como luciérnagas gigantes vestidas de novia,
Aparecen y desparecen
Iluminando el valle sembrado de huesos.
El viento sopla los harapos
Que se yerguen sobre los mástiles negruzcos
De un campo de eucaliptos muertos.
El valle se anega de tempestad,
Agua ocre y maciza se lleva la tierra
Agua ocre, maciza y tierra enlutan el valle de mazamorra.